¿La vida de quién? El aborto ya existe
Texto y foto: Keila Itzel Rodríguez Peña
La legalización del aborto es tema “espinoso”, se conoce al respecto ya sea por experiencia propia o ajena, es algo que ocurre y que ha ocurrido a lo largo de la existencia humana; una mujer o persona gestante no desea procrear y buscará una forma de no hacerlo, es un hecho inequívoco y una pena que pese a los siglos aún se debata al respecto.
En México, un país religioso, se apela a la moral, ética, conciencia, se atrasan sesiones, etcétera, lo que sea y baste para evitar la legalización en un Estado, alzando el estandarte a favor de la vida mientras se ignora la de miles que suplican por ayuda; en un país feminicida, genocida y de desapariciones diarias, donde el existir ya es un riesgo por sí solo: un embarazo no deseado es lo que provoca la movilización de personas antiderechos que insisten en abogar por la vida, ¿la vida de quién? Mientras las vestiduras se desgarran, las voces se quiebran y el odio se esparce, la realidad del aborto clandestino continúa: no es un campo de flores a disfrutar, el aborto es un impacto, una decisión que muchas personas pasan solas, con miedo y sin un sistema de apoyo o auxilio que les salve si algo malo ocurre; no se juzgan los motivos, esta decisión que se puede sufrir se sabe como un recurso, un medio para evitar procrear, el aborto debiere ser un procedimiento seguro, lejos de la moralidad y juicios sentenciosos de quienes no tienen que ver en el asunto.
La maternidad debe ser cuestión de deseo: no de imposición, el aborto legal y seguro, al alcance de toda persona que lo requiera tiene que ser garantizado, las muertes ligadas a prácticas clandestinas de aborto son una señal de la necesidad por avalar una solución a este problema de salud social, que no requiere credo, sino acciones, no basta que en unos cuantos Estados de México ya sea ley, en todo el país se necesita velar por la seguridad y salud.