Adultocentrismo y su impacto en las infancias
El adultocentrismo es una forma de organización social que coloca a los adultos en el centro de todas las decisiones y estructuras, relegando a las infancias a un rol secundario.
Esta perspectiva, común en muchas culturas, tiende a minimizar las necesidades, deseos y derechos de los niños, afectando significativamente su desarrollo y autonomía.
¿Qué es el Adultocentrismo?
El adultocentrismo es la tendencia a considerar las experiencias, conocimientos y perspectivas de los adultos como superiores o más válidas que las de los niños.
En una sociedad adultocéntrica, las decisiones que afectan a los niños son generalmente tomadas por adultos sin consultar o tener en cuenta las opiniones de los propios niños.
Este enfoque puede limitar la capacidad de los niños para expresar sus deseos, explorar su individualidad y desarrollar habilidades esenciales para la vida, como la autonomía y la autodefensa.
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Impacto en el Libre Desarrollo de las Infancias
El libre desarrollo de la personalidad es un derecho fundamental que permite a cada individuo, desde su infancia, explorar y definir quién es, qué le gusta, y qué no le gusta.
En una sociedad adultocéntrica, este derecho puede verse restringido. Los niños son a menudo obligados a seguir normas y expectativas impuestas por los adultos, sin espacio para cuestionarlas o rechazarlas.
Este tipo de dinámica no solo inhibe la creatividad y la autoexpresión, sino que también puede generar una sensación de inseguridad y dependencia en los niños.
Cuando sus voces no son escuchadas, los niños pueden internalizar la idea de que sus opiniones no son importantes, lo que afecta su autoestima y su capacidad para tomar decisiones autónomas en el futuro.
La Importancia de Inculcar el Poder de Decir “No”
Enseñar a los niños a decir “no” es una herramienta esencial para su bienestar y seguridad.
Es un paso crucial en el proceso de empoderamiento, que les permite establecer límites claros y protegerse de situaciones incómodas o potencialmente peligrosas.
El poder de decir “no” no solo se refiere a rechazar situaciones de riesgo, sino también a expresar desacuerdos con expectativas o actividades que no se alinean con sus intereses o valores.
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Por ejemplo, si un niño no quiere participar en una actividad que le genera ansiedad o incomodidad, debe sentirse con la libertad y el apoyo necesario para expresar su negativa.
Para fomentar esta habilidad, es esencial que los adultos adopten una actitud de escucha y respeto hacia las opiniones de los niños.
Esto implica validar sus sentimientos, reconocer sus derechos a establecer límites y garantizar que sus decisiones sean tomadas en cuenta en situaciones que los involucren directamente.
Promoviendo una Crianza Respetuosa y Centrada en las Infancias
Para contrarrestar el adultocentrismo, es necesario promover una crianza respetuosa y centrada en las infancias, esto incluye:
- Escuchar y valorar la voz de los niños: los adultos deben hacer un esfuerzo consciente para escuchar y tomar en serio las opiniones y deseos de los niños. Esto ayuda a los niños a sentirse valorados y respetados.
- Fomentar la autonomía y la toma de decisiones: permitir que los niños tomen decisiones sobre aspectos de su vida, como qué ropa usar, qué actividades realizar o cómo organizar su tiempo, les enseña a ser responsables y a confiar en su propio juicio.
- Educación en derechos y autodefensa: es fundamental enseñar a los niños sobre sus derechos y la importancia de defenderlos. Esto incluye el derecho a decir “no” y a ser respetados en sus decisiones.
- Modelar el respeto y la empatía: los adultos deben modelar comportamientos de respeto y empatía, mostrando a los niños cómo respetar los límites de los demás y cómo expresar los propios de manera asertiva.
El adultocentrismo es una barrera significativa para el libre desarrollo de las infancias.
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Al tomar conciencia de sus efectos y adoptar prácticas de crianza respetuosa, podemos crear un entorno donde los niños se sientan empoderados para decir “no” y donde sus derechos y deseos sean plenamente reconocidos y respetados.
De esta manera, contribuimos a la formación de individuos seguros, autónomos y conscientes de su valor y capacidades.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña