Infancias y feminismo

Ellas Dicen

El feminismo y las infancias comparten conexión: el reconocimiento de derechos, la igualdad y el respeto por la dignidad de cada individuo, sin importar su género o edad.

En los últimos años, el feminismo ha ampliado su enfoque para incluir no sólo la lucha por los derechos de las mujeres, se busca visibilizar las diversas formas en que las infancias son vulneradas por estructuras de poder adultocéntricas.

En este contexto, el feminismo plantea preguntas clave sobre cómo criar y educar a las niñas y niños para que crezcan en un entorno más justo y equitativo.

El adultocentrismo y la opresión hacia las infancias

Una de las principales problemáticas que el feminismo destaca es el adultocentrismo, una forma de opresión donde los adultos, con su poder y control, imponen sus ideas y decisiones sobre los niños y niñas sin reconocer sus derechos.

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Este enfoque ignora que las infancias tienen una voz propia y que deben ser escuchadas y respetadas.

A menudo, las niñas y niños son sometidos a edades tempranas, lo que limita su capacidad de ser ellos mismos y desarrollar una identidad auténtica.

El feminismo busca romper con estereotipos que se inculcan en las infancias, como la idea de que las niñas deben ser obedientes y sumisas, mientras que los niños deben ser fuertes y valientes.

Estas expectativas generan profundas heridas en la construcción de su personalidad y limitan sus posibilidades de explorar libremente quiénes quieren ser.

El derecho a decir “no”

Uno de los aspectos más relevantes del feminismo en relación con las infancias es la importancia de enseñar a las niñas y niños a decir “no”.

Las infancias deben aprender a reconocer y expresar sus límites desde pequeñas, entendiendo que tienen derecho a rechazar situaciones que les resulten incómodas o dañinas.

Este empoderamiento les permite crecer con una mayor conciencia de su valor y una mayor capacidad para resistir presiones externas, tanto en la infancia como en la adultez.

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Al enseñar a los niños y niñas a decir “no”, también se construye una sociedad más respetuosa, donde se entiende el concepto de consentimiento.

Esto es vital en la lucha feminista contra la violencia de género, ya que fomenta el respeto hacia el cuerpo y los derechos del otro desde temprana edad.

Feminismo y crianza respetuosa

El feminismo propone una crianza respetuosa, que involucra tratar a los niños y niñas como sujetos de derechos, no como seres que deben ser moldeados o controlados por los adultos.

Esto implica escucharlos, validar sus emociones y ofrecerles un entorno en el que puedan expresar libremente sus sentimientos sin miedo a ser juzgados o reprimidos.

La crianza respetuosa crea un ambiente de seguridad emocional, promueve la igualdad y el respeto por las diferencias, valores centrales en la lucha feminista.

Además, el feminismo cuestiona la división de roles en la crianza, tradicionalmente asignada a las mujeres.

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Al hablar de crianza corresponsable, el feminismo aboga por la participación equitativa de todas las personas involucradas en la vida del niño o niña, rompiendo con los estereotipos de que las madres deben ser las principales cuidadoras y promoviendo la participación activa de los padres u otros cuidadores.

Educación feminista: una herramienta de cambio

La educación feminista es esencial para transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad de género desde la infancia.

A través de una educación que fomente la igualdad, se puede construir una nueva generación de niñas y niños que respeten los derechos de los demás y luchen por un mundo más justo.

Las escuelas juegan un papel crucial al incorporar la perspectiva de género en sus programas educativos, abordando temas como la equidad, el respeto a la diversidad y la construcción de relaciones libres de violencia.

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Esto permite que las infancias no solo crezcan más conscientes de su entorno, sino también que tengan las herramientas necesarias para cuestionar y cambiar las dinámicas injustas que puedan enfrentar.

Al cuestionar el adultocentrismo, los roles de género impuestos y la falta de derechos que enfrentan niñas y niños, el feminismo ofrece una vía para transformar la manera en que criamos y educamos a las nuevas generaciones.

Es fundamental que las infancias sean escuchadas, respetadas y empoderadas, ya que son quienes moldearán el futuro, y merecen crecer en un mundo donde la igualdad y el respeto sean la norma.

Por Keila Itzel Rodríguez Peña

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