Niñas en la lucha: resiliencia y transformación
La lucha de las niñas es nuestra lucha, los problemas, carencias, preocupaciones y adversidades que enfrentan son motivo de cambio.
Desde tiempos inmemoriales, las niñas han sido agentes de cambio, muchas veces enfrentando adversidades inimaginables para desafiar los roles tradicionales y forjar un futuro más inclusivo y equitativo.
Su capacidad para adaptarse, aprender y resistir frente a la adversidad refleja una resiliencia innata que no solo les permite superar obstáculos, sino también impulsar transformaciones profundas en sus comunidades y en la sociedad en general.
La resiliencia como fuerza motora
La resiliencia, entendida como la capacidad de sobreponerse a la adversidad y salir fortalecidas de las experiencias difíciles, es una cualidad inherente en muchas niñas.
Aunque en varias partes del mundo enfrentan barreras como la desigualdad de género, la pobreza, el acceso limitado a la educación y, en algunos casos, la violencia, muchas de ellas encuentran en estos desafíos una fuente de motivación para cambiar sus propias vidas y las de quienes las rodean.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de resiliencia en la lucha por los derechos de las niñas es el de Malala Yousafzai, quien a los 15 años fue atacada por defender el derecho de las niñas a la educación en Pakistán.
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A pesar de haber sufrido un atentado, su lucha no se detuvo.
Malala se convirtió en la voz de millones de niñas que, como ella, ansían una oportunidad para aprender, transformando un momento de tragedia personal en un movimiento global por la educación.
Niñas que inspiran cambios
Las niñas no sólo enfrentan adversidades, también están impulsando cambios en diversas áreas: desde el activismo climático hasta la lucha por la equidad de género y los derechos humanos.
Greta Thunberg, quien a la edad de 15 años inició un movimiento global contra el cambio climático, es un ejemplo de cómo las niñas, a través de su voz y determinación, pueden transformar la conversación pública y exigir acciones concretas de los líderes mundiales.
A lo largo de la historia, muchas niñas y adolescentes han demostrado que la juventud no es un impedimento para generar un impacto significativo.
Incluso en contextos rurales o de extrema pobreza, hay niñas que han fundado programas comunitarios, liderado movimientos sociales y cambiado las narrativas sobre lo que las niñas pueden lograr.
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Mari Copeny, también conocida como “Little Miss Flint”, ha sido un activista incansable desde los 8 años, luchando por el acceso al agua potable en Flint, Michigan, su trabajo ha movilizado recursos y concientizado al mundo sobre la crisis del agua en su ciudad.
Desafiando las expectativas
Para muchas niñas, la lucha diaria implica enfrentarse a las expectativas impuestas por la sociedad.
En muchos contextos, se les enseña desde una edad temprana que sus aspiraciones deben limitarse a ciertos roles, o que su valor está intrínsecamente ligado a cumplir con expectativas de género tradicionales.
Sin embargo, estas niñas, con una gran capacidad de resiliencia, desafían estas ideas, crean nuevos caminos para las generaciones que vienen detrás de ellas.
Las niñas en el deporte también son un claro ejemplo de esta capacidad de resistencia y cambio.
A pesar de los estereotipos de género que limitan su participación en disciplinas tradicionalmente masculinas, muchas de ellas están rompiendo barreras.
Alexia Putellas, la futbolista española, ha ganado múltiples reconocimientos internacionales, abriendo el camino para que más niñas se atrevan a soñar con una carrera en el fútbol profesional.
Su éxito demuestra que, aunque sean pocas en número, las niñas pueden destacar y reconfigurar lo que significa ser mujer en el deporte.
La educación como herramienta de empoderamiento
La educación sigue siendo una de las herramientas más poderosas para empoderar a las niñas y romper los ciclos de pobreza y desigualdad.
Sin embargo, millones de niñas en todo el mundo aún enfrentan barreras que les impiden acceder a una educación de calidad.
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En contextos donde la discriminación de género es rampante, la educación brinda conocimientos, provee habilidades que les permiten desafiar las normas sociales y buscar mejores oportunidades para sí mismas y sus familias.
Programas como Plan Internacional o Girl Up, entre otros, han trabajado intensamente para promover la educación de niñas en situaciones vulnerables, dándoles acceso a la escuela, enseñándoles habilidades de liderazgo y empoderamiento personal.
Muchas de las niñas que han pasado por estos programas se han convertido en líderes comunitarias, abogando por los derechos de otras niñas y liderando proyectos que buscan mejorar la calidad de vida en sus comunidades.
La niñas pueden
Aun siendo niñas, su lucha no se detiene ante los desafíos; al contrario, estas experiencias les permiten desarrollar una fortaleza única que, combinada con su deseo de cambio, transforma su entorno.
Las niñas son el futuro; ya están generando impacto en el presente.
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Su resiliencia, coraje y determinación demuestran que, independientemente de su edad, tienen la capacidad de liderar, inspirar y cambiar el mundo para mejor.
En cada rincón del planeta, niñas están escribiendo su propia historia, y con cada paso que dan, continúan abriendo puertas para las generaciones que les seguirán.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña