Prejuicios hacia las mujeres rurales

Ellas Dicen

Los prejuicios hacia las mujeres rurales están profundamente arraigados en las estructuras sociales y culturales de muchas sociedades.

Estas mujeres suelen enfrentar estereotipos que limitan su acceso a oportunidades y derechos, tanto por su género como por su contexto rural.

Uno de los prejuicios más comunes es la percepción de que las mujeres rurales son menos capacitadas o menos educadas que las urbanas.

Esto perpetúa la idea de que sus aportes al desarrollo económico y social son menores, invisibilizando su rol clave en la agricultura, el cuidado del hogar y la transmisión de saberes ancestrales.

Además, se tiende a asociar la vida rural con el atraso, lo que refuerza la idea de que las mujeres que viven en estas áreas tienen menos aspiraciones o no desean mejorar sus condiciones de vida.

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Otro prejuicio es la creencia de que estas mujeres deben adherirse a roles tradicionales de género, como el cuidado de la familia y las tareas domésticas, lo que limita su participación en actividades productivas o políticas.

Este estereotipo restringe sus oportunidades, refuerza estructuras patriarcales que frenan su empoderamiento y autonomía.

La realidad es que las mujeres rurales son agentes clave en la economía agrícola y el desarrollo sostenible.

A pesar de enfrentar barreras, muchas de ellas han liderado proyectos comunitarios, emprendimientos y movimientos sociales que promueven el bienestar de sus comunidades.

Combatir los prejuicios hacia ellas es esencial para avanzar hacia la igualdad de género y el desarrollo inclusivo.

Por Keila Itzel Rodríguez Peña

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