¿Qué es el machismo interiorizado?

Ellas Dicen

El machismo interiorizado es una de las caras más sutiles y persistentes del sistema patriarcal.

A diferencia de las expresiones evidentes de machismo —como la violencia o el control explícito sobre las mujeres—, el machismo interiorizado opera desde las creencias y comportamientos que tanto hombres como mujeres adoptan sin cuestionar, perpetuando desigualdades y estereotipos de género.

Este fenómeno ocurre cuando las personas, influenciadas por una cultura patriarcal, aceptan como normales o inevitables ciertas actitudes discriminatorias o desvalorizantes hacia las mujeres, incluso hacia sí mismas en el caso de ellas.

Es una internalización de las normas machistas, lo que lo hace particularmente difícil de detectar y desmantelar.

Machismo en las mujeres: la autocensura y la culpa

En las mujeres, el machismo interiorizado se manifiesta de formas como la autocensura o la autocrítica excesiva.

Frases como “no puedo hacer eso porque no es propio de una mujer” o “debo sacrificarme por mi familia antes que pensar en mí” son ejemplos claros.

También puede aparecer en actitudes de juicio hacia otras mujeres.

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Comentarios como “si le pasó algo es porque no se cuidó” o “no soy como esas mujeres que…” reflejan cómo el sistema patriarcal divide y confronta a las mujeres entre sí.

El machismo interiorizado en las mujeres también les lleva a aceptar roles de subordinación, tolerar relaciones abusivas o normalizar la desigualdad salarial.

Aunque no es culpa de quien lo padece, es importante reflexionar sobre estas actitudes para romper con los ciclos de opresión.

Machismo en los hombres: el peso de las expectativas

Por otro lado, el machismo interiorizado en los hombres también se expresa en la aceptación de normas que limitan su libertad emocional y su desarrollo personal.

Frases como “los hombres no lloran” o “yo tengo que ser el proveedor de mi familia” son producto de un sistema que define la masculinidad de forma rígida y violenta.

Esta interiorización perpetúa actitudes como la necesidad de dominar, la represión de emociones o la invalidación de características consideradas “femeninas”.

En muchos casos, los hombres se ven atrapados en un molde que los desconecta de sus emociones y los impulsa a demostrar constantemente poder o fortaleza.

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¿Cómo identificarlo y combatirlo?

El machismo interiorizado se combate con educación, reflexión y cuestionamiento de las normas impuestas por el sistema patriarcal.

Algunas acciones clave incluyen:

  • Cuestionar los estereotipos: Reflexionar sobre frases o creencias que refuercen roles de género tradicionales.
  • Fomentar la sororidad: Entre mujeres, promover la empatía y el apoyo mutuo, evitando los juicios impuestos por el patriarcado.
  • Aceptar vulnerabilidades: En los hombres, permitir la expresión emocional sin miedo al juicio o la pérdida de “hombría”.
  • Hablar del tema: Visibilizar cómo se manifiesta el machismo interiorizado en espacios familiares, laborales y sociales.
  • Educar desde la infancia: Romper con los patrones que se transmiten de generación en generación a través de modelos igualitarios.

El machismo interiorizado no es culpa de quien lo vive, sino de un sistema que lo fomenta.

Sin embargo, su erradicación empieza con la toma de conciencia.

Solo cuestionando y transformando nuestras propias creencias podemos construir una sociedad más igualitaria, donde las personas sean libres de elegir quiénes quieren ser sin las cadenas de los estereotipos de género.

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