“La culpa no era mía”: cómo la revictimización silencia
En 2019, un grupo de mujeres chilenas alzó la voz a través de una intervención que resonó en todo el mundo. “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”, cantaron en plazas y calles, señalando una verdad dolorosa: la tendencia de culpar a las víctimas de violencia de género, en lugar de a sus agresores.
Este mensaje expone la injusticia, evidencia cómo la revictimización es una herramienta que silencia y perpetúa la violencia.
El peso de la revictimización
La revictimización ocurre cuando, tras haber sufrido un acto de violencia, una persona es cuestionada, descalificada o culpabilizada, ya sea por las instituciones, la sociedad o incluso por su círculo cercano.
Este fenómeno es especialmente frecuente en los casos de violencia de género, donde las preguntas y comentarios tienden a centrarse en la conducta de la víctima en lugar de en los actos del agresor:
- “¿Por qué estaba sola tan tarde?”
- “Seguro provocó el abuso con su forma de vestir.”
- “¿Por qué no denunció antes?”
Estas frases no solo deslegitiman el dolor de la víctima, sino que también refuerzan un sistema que tolera y perpetúa el abuso al desviar la atención del verdadero problema: la conducta violenta del agresor.
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Silencio como consecuencia
El miedo a ser juzgada o culpabilizada lleva a muchas víctimas a guardar silencio.
Según datos de ONU Mujeres, más del 70% de los casos de violencia de género no son denunciados, y la revictimización es uno de los principales factores que contribuyen a ello.
Este silencio perpetúa un ciclo donde los agresores rara vez enfrentan consecuencias, y las víctimas cargan con un doble peso: el trauma de la violencia y la culpa impuesta por una sociedad que las señala.
¿Cómo romper el ciclo?
- Cambiar el discurso: es crucial dejar de cuestionar a las víctimas y, en cambio, centrar la atención en el agresor y en las causas estructurales de la violencia.
- Formación en perspectiva de género: capacitar a las autoridades, los medios y la sociedad en general para que entiendan las dinámicas de poder detrás de la violencia y eviten comentarios que revictimicen.
- Crear espacios seguros: asegurar que las víctimas tengan acceso a redes de apoyo, tanto legales como emocionales, donde puedan ser escuchadas y protegidas sin miedo al juicio.
- Exigir justicia: impulsar reformas que castiguen la revictimización institucional y garanticen procesos sensibles y justos para las víctimas.
Cuando culpamos a una víctima, le negamos justicia, y fortalecemos un sistema que normaliza la violencia; debemos romper con la revictimización y a construir puentes; escuchar, respaldar y defender a quienes han sufrido violencia.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña