Gaslighting: la manipulación psicológica que silenció a las mujeres con “estás loca”
El término gaslighting se ha convertido en una palabra clave en la conversación sobre violencia psicológica y relaciones abusivas.
Este fenómeno, cuya traducción literal sería “hacer luz de gas”, se refiere a una forma de manipulación que busca hacer que la víctima dude de su percepción de la realidad, emociones o juicio, llevándola a cuestionarse a sí misma.
Aunque el gaslighting puede ocurrir en cualquier tipo de relación, su uso como arma contra las mujeres tiene profundas raíces históricas y culturales.
Expresiones como “estás loca” o “te lo estás imaginando” han sido empleadas sistemáticamente para deslegitimar sus emociones, desacreditar sus preocupaciones y, en última instancia, controlar su narrativa.
¿Qué es el gaslighting?
El término proviene de la obra teatral Gas Light (1938) y su posterior adaptación cinematográfica, donde un hombre manipula a su esposa al bajar las luces de gas de la casa y negar el cambio, haciéndola creer que está perdiendo la cordura.
Esta técnica, aunque ficticia, describe un patrón de abuso real: un agresor manipula información para desestabilizar psicológicamente a la víctima.
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El gaslighting suele incluir:
- Negar los hechos: Rechazar o distorsionar eventos ocurridos, incluso cuando hay pruebas.
- Minimizar emociones: Restar importancia a los sentimientos de la víctima, tachándolos de exagerados o irracionales.
- Desviar la culpa: Hacer que la víctima se sienta responsable de los conflictos o problemas.
- Aislar: Crear confusión y dependencia emocional al hacer que la víctima dude de todos, excepto del agresor.
“Estás loca”: el arma de control
Para las mujeres, el gaslighting tiene una dimensión particular: a menudo se enmarca en la narrativa patriarcal de que son “demasiado emocionales” o “irracionales”.
Al descalificar sus reacciones como “locura”, los agresores buscan invalidar sus quejas o resistencias frente al abuso.
Esta estrategia no solo se limita a relaciones íntimas; puede observarse en espacios laborales, familiares e incluso institucionales. Una mujer que denuncia injusticias, cuestiona decisiones o alza la voz suele enfrentarse a frases como:
- “Te lo estás inventando.”
- “Estás exagerando.”
- “Siempre haces un drama de todo.”
Estas frases no solo desacreditan su experiencia, sino que buscan perpetuar un sistema de poder que se alimenta del silencio y la duda.
Impacto emocional y social
El gaslighting tiene consecuencias a nivel individual, como ansiedad, baja autoestima o depresión, y perpetúa dinámicas de opresión.
Al invalidar constantemente la percepción de las mujeres, se refuerzan estereotipos de fragilidad emocional y se socavan sus esfuerzos por alcanzar igualdad en diversos ámbitos.
Reconocer y resistir
Identificar el gaslighting es el primer paso para combatirlo.
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Esto implica validar las propias emociones y experiencias, buscar apoyo en redes cercanas y profesionales, y reconocer que el problema no reside en la víctima, sino en quien perpetúa la manipulación.
Hablar de gaslighting es crucial para desenmascarar una forma de violencia que ha pasado desapercibida durante años, pero que sigue marcando profundamente las relaciones y la sociedad.
Porque no, no estás loca: tu percepción importa, y tu voz merece ser escuchada.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña