La “supermamá” navideña: expectativas y presión de hacerlo todo perfecto
La Navidad, ese momento del año asociado con alegría y unión familiar, también trae consigo una carga desproporcionada para muchas mujeres.
Entre la planificación de cenas, la decoración del hogar, la compra de regalos y la organización de eventos, las expectativas sociales convierten a las mujeres, especialmente a las madres, en las responsables principales de garantizar unas “fiestas perfectas”.
La construcción de la “supermamá”
La figura de la “supermamá” navideña no es nueva; está profundamente enraizada en roles de género tradicionales que asignan a las mujeres la tarea de cuidar y organizar la vida doméstica.
La publicidad, las películas y las redes sociales refuerzan esta imagen, mostrando mujeres sonrientes que parecen tener tiempo y energía ilimitados para equilibrar todas las demandas de las fiestas.
Sin embargo, detrás de esa imagen idílica, muchas enfrentan agotamiento físico y emocional.
Las mujeres no solo gestionan las actividades festivas, sino que a menudo lo hacen mientras equilibran sus trabajos, cuidado de hijos y otras responsabilidades cotidianas.
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Mucho de lo que las mujeres hacen durante la temporada navideña entra en la categoría de “trabajo invisible”.
Desde planificar un menú hasta recordar los gustos y necesidades de cada miembro de la familia, estas tareas pasan desapercibidas, pero requieren tiempo y esfuerzo mental significativo.
¿Qué pasa con los hombres?
Aunque los roles de género han cambiado en las últimas décadas, los hombres todavía participan en menor medida en las tareas emocionales y logísticas de las festividades.
Según estudios, las mujeres dedican hasta el doble de tiempo que los hombres a las actividades relacionadas con las fiestas, perpetuando un desequilibrio que muchas veces pasa inadvertido.
El precio de la perfección
El deseo de “hacerlo todo perfecto” puede tener consecuencias negativas.
Las mujeres a menudo experimentan estrés, ansiedad y un sentimiento de insuficiencia si no logran cumplir con las expectativas, ya sean autoimpuestas o externas.
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Además, esta presión impacta su bienestar emocional y físico durante una época que debería ser de disfrute y descanso.
¿Cómo cambiar esta narrativa?
Para aliviar esta carga, es fundamental:
- Compartir responsabilidades: involucrar a toda la familia, incluyendo a hombres y niños, en la planificación y ejecución de las festividades.
- Redefinir la perfección: aceptar que no todo tiene que ser impecable para disfrutar de la Navidad.
- Cuestionar estereotipos: reflexionar sobre cómo las expectativas de género influyen en las dinámicas familiares y buscar un cambio.
- Pedir ayuda: las mujeres no tienen que hacerlo todo solas. Dividir tareas es un paso hacia un entorno más equitativo.
La Navidad no debería ser una prueba de resistencia para las mujeres.
Romper con el mito de la “supermamá” navideña es un paso necesario para que las fiestas sean realmente un momento de unión y disfrute compartido.