La fragilidad de los derechos: décadas para ganarlos, semanas para perderlos
La lucha por los derechos humanos suele ser un camino largo y arduo, marcado por generaciones de resistencia, sacrificios y avances dolorosamente lentos.
Sin embargo, los derechos que toman décadas, incluso siglos, en conquistarse pueden desmoronarse en cuestión de semanas.
Ejemplos recientes y no tan lejanos muestran cómo, en el momento en que las estructuras de poder cambian, los derechos fundamentales pueden ser eliminados con una alarmante rapidez.
Afganistán: mujeres silenciadas en semanas
En Afganistán, las mujeres enfrentaron un retroceso devastador tras el regreso de los talibanes al poder en 2021.
Lo que llevó años de lucha, desde acceder a la educación superior hasta trabajar en el gobierno, desapareció en cuestión de días.
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Hoy, las niñas tienen prohibido asistir a escuelas secundarias y universidades, y las mujeres se ven obligadas a abandonar el espacio público, retrocediendo a una época donde su voz era inexistente.
Apartheid: décadas de opresión racial reinstauradas rápidamente
En el sur de África, el apartheid es un recordatorio de cómo un régimen opresivo puede imponer segregación racial y desigualdad brutal en poco tiempo.
En Sudáfrica y Namibia, los avances hacia la integración racial tras la abolición de la esclavitud en el siglo XIX fueron destruidos con políticas sistemáticas de exclusión.
Aunque el apartheid terminó oficialmente en 1994, su impacto persiste, y la lección es clara: recuperar derechos arrebatados puede ser mucho más difícil que perderlos.
Estados Unidos: ataques a derechos conquistados
En los últimos años, Estados Unidos ha sido testigo de un preocupante retroceso en derechos esenciales, como el acceso al aborto y la protección de la comunidad LGBTTTIQA+.
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La derogación de Roe vs. Wade en 2022 puso fin al derecho constitucional al aborto, dejando a millones de mujeres sin control sobre sus propios cuerpos.
Paralelamente, el aumento de leyes anti-LGBTTTIQA+ ha restringido derechos fundamentales como el matrimonio igualitario y el acceso a tratamientos médicos para personas transgénero, generando temor en comunidades que creían haber avanzado hacia la igualdad.
Ahora con Donald Trump el mensaje anti-derechos ha retomado más fuerza, con frases como “tu cuerpo, mi decisión” y más reciente, con las declaraciones sobre el reconocimiento binario de género, dejando en el limbo la diversidad de género.
La lección de la historia
Estos casos evidencian una dolorosa verdad: los derechos no son permanentes ni seguros.
Aunque las conquistas sociales representan hitos en la historia de la humanidad, no están exentas de ser amenazadas.
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En México, Aguascalientes presentó un retroceso sobre el aborto, cuando al despenalizarse, en agosto de 2023, fue con doce semanas de gestación, pero en agosto de 2024 se redujo a seis semanas.
Mantener los derechos exige una vigilancia constante, una lucha colectiva y la conciencia de que lo ganado nunca debe darse por sentado.
El riesgo de perder derechos en semanas nos recuerda que cada avance necesita ser defendido con la misma fuerza con la que fue conquistado.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña