Mujeres con Alas: Benilda Figueroa

Ellas Dicen

Desde la remota comunidad de Guachochi, en Chihuahua, Benilda Figueroa Viniegra ha roto barreras y se ha convertido en la primera doctora rarámuri, dedicando su vida a mejorar el acceso a la salud en la Sierra Tarahumara.

Hace 14 años, cumplió el sueño que forjó en su infancia al observar las dificultades de su pueblo para recibir atención médica.

Inspirada por su madre, Guadalupe Viniegra, quien era enfermera en una comunidad rural, Benilda decidió seguir su ejemplo y ser una heroína de la salud.

Un sueño forjado en la niñez

Benilda creció en un hogar humilde de Guachochi, desde pequeña, acompañaba a su madre en la unidad rural de Mesa de Hierbabuena, municipio de Batopilas, donde fue testigo de las carencias que enfrentaban los indígenas al buscar atención médica.

Entre ellas, destacaba la falta de traductores que facilitaran la comunicación entre los doctores y los pacientes rarámuri.

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Benilda estudió con dedicación, enfrentando desafíos económicos y la distancia de su familia. Su preparación la llevó de su primaria en Guachochi a la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde estudió entre 2003 y 2010.

Una vocación marcada por la empatía

Uno de los momentos más significativos en su carrera ocurrió durante su internado en el Hospital Central de Chihuahua.

Una mujer rarámuri, que no hablaba español, llegó en labor de parto complicado y necesitaba una cesárea.

Benilda, como la única hablante de rarámuri, tradujo el procedimiento y acompañó a la mujer durante la cirugía, fortaleciendo su convicción de que su labor era crucial.

Tras nueve años de preparación, Benilda volvió a Guachochi convertida en doctora.

Desde entonces, ha trabajado en el Hospital Rural del IMSS en Guachochi, atendiendo comunidades de Batopilas, Morelos, Urique, Balleza y Guadalupe y Calvo.

A lo largo de estos 14 años, ha identificado tres principales barreras para los indígenas: largas distancias para llegar al hospital, falta de recursos económicos y problemas de comunicación debido al idioma.

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Para combatir estas dificultades, trabaja junto a cuatro traductores indígenas, brindando una atención integral y culturalmente respetuosa.

Un puente entre culturas

Benilda no sólo presta servicios médicos, también porta con orgullo su vestimenta tradicional, símbolo de la conexión con la tierra y la riqueza cultural rarámuri.

Su labor ha inspirado a jóvenes de la región a seguir sus pasos. Hoy, al menos cuatro personas de Batopilas estudian carreras en salud motivadas por su ejemplo.

A los jóvenes que sueñan con estudiar medicina, les aconseja: “No será fácil, pero si tienen la motivación, lo lograrán. Nunca se rindan, porque la meta vale todo el esfuerzo”.

Con una trayectoria marcada por el compromiso y la empatía, Benilda Figueroa salva vidas, preserva la cultura rarámuri, demostrando que la salud y las tradiciones pueden coexistir para transformar comunidades.

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