Menstruar en México: entre el silencio, la falta de infraestructura y la desigualdad
Aunque el ciclo menstrual es una experiencia fisiológica común y natural, la desinformación, el estigma y la falta de acceso a productos e infraestructura siguen siendo las principales barreras para una menstruación digna.
Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual presentada por UNICEF, Essity y Menstruación Digna México, el 69 % de las mujeres y personas menstruantes no tenía información suficiente cuando les llegó su primer periodo.
La mayoría recurrió a sus madres como fuente de información; internet fue la segunda opción. 65 % desconocía que en México ya no se paga IVA por productos de gestión menstrual.
Aunque más del 80 % de quienes estudian o trabajan afirmaron contar con infraestructura para gestionar su menstruación, el 56 % señaló que sus escuelas o centros de trabajo no proporcionan productos gratuitos como toallas o tampones.
Para muchas, esto representa un gasto constante y una carga económica silenciosa.
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“Menstruar en dignidad debe ser un derecho”, afirmó Anahí Rodríguez, de Menstruación Digna México.
La frase resuena aún más al saber que el 15 % de la población menstruante no tiene acceso a infraestructura adecuada para gestionar su periodo. Baños inadecuados, falta de agua o privacidad son parte del panorama.
En un estudio más reciente (2024), realizado en la Ciudad de México a más de mil personas, el 65 % declaró que nadie les habló sobre la menstruación antes de vivirla.
Muchas lo enfrentaron con miedo. El 47 % ha faltado a la escuela y el 34 % al trabajo debido a su menstruación. Sesenta personas encuestadas han tenido que ir a urgencias por complicaciones relacionadas, y 75 requirieron cirugía.
Casi el 90 % usa toallas desechables, lo que también plantea retos ecológicos. Solo un 30 % lleva algún tipo de control sobre su ciclo, síntomas o duración. Esta falta de seguimiento, combinada con el tabú social, retrasa diagnósticos de enfermedades como la endometriosis y contribuye al deterioro de la salud menstrual.
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“Necesitamos políticas públicas con perspectiva de género, infraestructura adecuada y una cultura que deje de ver la menstruación como un tabú”, señaló David Pedrueza, de UNICEF. Educar, garantizar productos gratuitos, brindar atención médica y hablar abiertamente del tema es urgente.
Hablar de menstruación es hablar de salud, de justicia y de igualdad. El ciclo menstrual no debería ser causa de miedo, exclusión o pobreza.
Mientras no se garantice una gestión menstrual digna, millones de mujeres y personas menstruantes seguirán menstruando en silencio, cargando con una desigualdad que sangra todos los meses.