Autoritarismo familiar: un modelo que deja cicatrices en la infancia

Familia y Bienestar

El autoritarismo familiar es un estilo de crianza caracterizado por una estructura rígida, castigos severos y escasa comunicación emocional.

En este modelo, los padres o cuidadores imponen reglas sin espacio para el diálogo, donde la obediencia absoluta se valora por encima del entendimiento, la empatía o el razonamiento.

Según la Asociación Americana de Psicología (APA), el estilo autoritario se distingue por un alto nivel de exigencia y un bajo nivel de respuesta afectiva. Se espera que los niños obedezcan sin cuestionar, y cualquier acto de desobediencia suele ser castigado de forma estricta.

Este tipo de crianza tiene profundas consecuencias para el desarrollo emocional y social de las infancias. Diversos estudios, como los realizados por la Universidad de Harvard y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señalan que niñas y niños que crecen bajo modelos autoritarios tienden a desarrollar:

  • Baja autoestima
  • Poca autonomía
  • Ansiedad crónica
  • Dificultades para establecer relaciones afectivas sanas
  • Mayor probabilidad de replicar patrones de violencia

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Además, el desarrollo social se ve comprometido, ya que la falta de diálogo y respeto por las emociones puede generar problemas de socialización y conductas agresivas o, por el contrario, sumisión extrema ante figuras de autoridad.

El psicólogo John Gottman, experto en desarrollo infantil, ha señalado que el autoritarismo impide a los menores desarrollar habilidades críticas, como el control emocional, la resolución de conflictos y la empatía, necesarias para integrarse de manera saludable en la sociedad.

A largo plazo, este tipo de crianza puede reproducirse en otras relaciones sociales y personales, dando paso a ciclos de violencia, relaciones disfuncionales y ciudadanos con débil participación democrática, ya que se ha asociado con una visión del mundo centrada en la jerarquía, el control y la obediencia sin cuestionamientos.

En México, datos del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) indican que 6 de cada 10 niños han experimentado algún tipo de violencia en el hogar, muchas veces justificada bajo la idea de “educar con mano dura”.

Frente a este panorama, especialistas en psicología y derechos de la infancia promueven modelos de crianza respetuosa y democrática, donde la autoridad no desaparece, pero se construye desde la empatía, el respeto mutuo y el diálogo.

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Entender el impacto del autoritarismo familiar es crucial para construir entornos más seguros, equitativos y emocionalmente saludables para las nuevas generaciones.

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