El trauma como posible detonante de la endometriosis: un nuevo estudio abre una vía
Una de cada diez mujeres vive con endometriosis. Para muchas, el diagnóstico llega después de años de dolor, incertidumbre y silencio médico. Ahora, una nueva investigación sugiere que el trauma psicológico podría desempeñar un papel clave en su desarrollo.
Un estudio publicado en JAMA Psychiatry en febrero de 2025 ha revelado un hallazgo contundente: las mujeres con endometriosis reportan una mayor prevalencia de eventos traumáticos a lo largo de su vida en comparación con quienes no padecen esta enfermedad.
La investigación, considerada una de las más amplias hasta la fecha, involucró datos clínicos y genéticos de más de 500 mil mujeres, incluyendo 30 mil casos confirmados de endometriosis.
La endometriosis es una enfermedad inflamatoria crónica y sistémica en la que el tejido que normalmente recubre el útero crece fuera de él, provocando dolor debilitante, problemas digestivos e incluso infertilidad. A pesar de su alta prevalencia —afecta a cerca del 10-15 % de las mujeres en edad reproductiva—, su origen sigue siendo un misterio.
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Sin embargo, este nuevo estudio pone el foco en una dimensión poco explorada: la salud mental y los eventos traumáticos. Las pacientes con endometriosis eran más propensas a haber vivido agresiones sexuales, diagnósticos potencialmente mortales o haber presenciado muertes súbitas. También se encontraron asociaciones con maltrato infantil, trauma emocional/físico y experiencias sin contacto directo, como presenciar violencia o vivir situaciones de abandono.
Los investigadores identificaron agrupaciones claras entre tipos de trauma y su relación con la enfermedad. Mientras el 24 % de las mujeres sin endometriosis pertenecían al grupo sin trauma, solo el 20 % de quienes padecían la afección estaban en esa categoría. Además, se hallaron relaciones genéticas entre la endometriosis, el estrés postraumático y el maltrato infantil, lo que sugiere una interacción compleja entre los factores biológicos y psicológicos.
Más allá de la estadística, el hallazgo subraya una urgencia médica: la atención informada sobre el trauma. Este enfoque reconoce el impacto profundo que los traumas tienen sobre la salud y busca adaptar los servicios médicos para evitar la retraumatización, especialmente en ámbitos como la ginecología, donde los procedimientos pueden ser invasivos y emocionalmente difíciles para muchas mujeres.
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La falta de diagnóstico temprano —con retrasos que van de 4 a 11 años— no solo prolonga el sufrimiento físico, sino que puede acentuar el daño psicológico. Un sistema de salud que integre evaluaciones psicológicas, empatía y tratamientos adaptados al historial de trauma podría marcar la diferencia en la calidad de vida de millones de personas.
Este estudio no resuelve el enigma completo de la endometriosis, pero ofrece una pieza clave: el reconocimiento de que la mente y el cuerpo están profundamente conectados. Y en ese vínculo, podrían estar las respuestas que tanto tiempo se han buscado.