Evasión
Texto: María Elena Ortega
Descubrió que con las nuevas pastillas para la alergia dormía mucho mejor, sólo debía tomarlas diez días, pero le agradó tanto el relajante efecto que le producían, que siguió ingiriéndolas sin consultarlo con el médico. Cada noche, sus sueños se iban volviendo más lúcidos y placenteros. Podía controlarlos, decidir qué soñar y con quién estar. El espacio onírico le resultó más divertido y satisfactorio que la realidad. A veces, hasta despertaba de mejor humor, pero una mañana, ante el sofocante silencio posado sobre los muebles viejos de la casa, la obligaron a duplicar la dosis.