Campanas de octubre
Texto: María Elena Ortega
Hace mucho que a la casa le sobra el silencio, ni siquiera el eco de tu nombre llega hasta donde se extiende el jardín. Puedo sentir que ya le aburren mis lamentos, los veo arrinconados y silenciosos enmoheciendo las paredes, pretendiendo llamarte, y no te alcanzan. A la casa le sobra la tarde en el sillón donde nos bebíamos la savia de nuestra piel. Ni el cobertor que el viento nos obligaba a acurrucarnos, alcanza para agotar este mutismo. He llenado la casa de flores para atraer a los colibríes, y entender su mensaje, decirte que sigo aquí. A la casa le sobra el cielo que se asoma por el techo de cristal. A veces, creo haber visto señales dibujadas en las nubes. Por las noches, en cada estrella fugaz, he pedido volver a escuchar el tintineo alegre de tus campanas, anunciando que volvemos a ser dos, y al amanecer, seguir siendo dos. Hace mucho que a la casa le sobra el silencio.