Casas de Recogidas
Durante la lucha por la Independencia muchas fueron las mujeres que se unieron al ejército de insurrección, una pelea por la libertad de la patria que el ejército de la corona española no soportaría, su respuesta: llevar a las mujeres rebeldes a Casas de Recogidas.
También conocida como “Casa de las arrepentidas”, fueron fundadas en 1526 por Isabel la Católica, en España, con la finalidad de ser lugares de reformación para mujeres que practicaban la prostitución, eran indigentes o habían quebrantado la “buena moral”, la primera Casa de Recogida, en la Nueva España, data de 1573.
En estos lugares se buscaba la corrección de las mujeres por medio de la reclusión y la religión.
En un inicio, la Casa de Recogida, internaba a mujeres con posición social alta o de origen español, con la búsqueda de la Independencia, y con el tiempo, aquellos lugares fueron una opción para recluir a toda mujer rebelde sin importar su origen étnico o social, todo por la intención de evitar más revueltas, excesos, escándalos o cualquier acto que pusiese en riesgo la moral de la población.
Las Casas de Recogidas sirvieron para retener mujeres que fuesen insurgentes o que tuviesen vínculo con alguno; al estar recluidas, la corona pretendía usarlas como rehenes o “moneda de cambio”, por algún soldado capturado o algo de valor para su causa.
La Casa de Recogida fue una prisión donde las mujeres trataban de abogar por su liberación; hubo algunas que afirmaron no tener relación con la rebelión, otras que la aceptaron, los casos iban desde una acusación por seducción hasta el parentesco, quitándole un poco de la carga a la mujer insurgente, pues con aquello se colocaba su responsabilidad en otro, en los hombres.
Mónica Salas en la Casa de Recogida
Había casos de notable influencia moral, como el de Mónica Salas, esposa de Vicente Vargas, un cabecilla rebelde: en 1817 se aprisionó a Mónica, dos hijas y dos nietas, llevándolas a una Casa de Recogida.
Con la intención de que Vargas tomara un Indulto Real y cesara actividades rebeldes, algo que se consiguió en 1818 con la liberación de Mónica, hijas y nietas.
En 1819 Vargas volvió al ejército insurgente, esta vez aprisionarían a su amante, con quien no tuvieron el mismo trato que con Mónica, mandando a la amante a prisión y trabajo forzado.
Pese a que en un inicio la mujer fue vista como un apoyo al hombre insurgente, con el tiempo se comprendió que ellas formaban parte de la insurgencia de manera directa, aquí comienzan nuevas sanciones, se dejarían las Casas de Recogidas, el procedimiento, con mayor frecuencia, sería la reclusión y el trabajo, cuando no era así: el fusilamiento, tortura o humillación.
La mujer insurgente vivió con peligro, su impulso y actos fueron motores en la lucha, motivadas por la causa: la Independencia.