Maternidad forzada en México

Ellas DicenFamilia y BienestarSexualidad

La maternidad forzada sigue siendo una realidad alarmante en México, afectando a miles de niñas, adolescentes, mujeres y personas gestantes, que se ven obligadas a enfrentar embarazos no deseados como resultado de violaciones, falta de acceso a anticonceptivos o la prohibición del aborto en varias regiones del país.

Este problema está profundamente arraigado en factores estructurales como la pobreza, la violencia de género, la cultura patriarcal y la falta de acceso a educación sexual integral.

Uno de los aspectos más preocupantes de la maternidad forzada en México es el elevado número de niñas que quedan embarazadas, muchas de ellas producto de abuso sexual.

Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), México ocupa uno de los primeros lugares en embarazos adolescentes entre los países de la OCDE, y un gran porcentaje de estos embarazos son resultado de violación, a menudo dentro del propio entorno familiar.

Cada año, alrededor de 400,000 niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años se convierten en madres, muchas veces sin haber tenido la opción de decidir sobre su propio cuerpo.

CONTINÚA LEYENDO: Niñas que crían niñas: maternidad infantil

Esta situación perpetúa un ciclo de pobreza, desigualdad y exclusión social, afectando la salud física y mental de estas niñas y truncando sus oportunidades de educación y desarrollo personal.

El rol de la legislación y el aborto

El acceso al aborto en México es un tema complejo y depende en gran medida de las legislaciones locales.

Si bien la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional la penalización del aborto en todo el país en 2021, la realidad es que el acceso sigue siendo limitado en muchas entidades federativas, especialmente para las mujeres en situación de pobreza o en zonas rurales.

A pesar de que la ley establece el derecho al aborto en casos de violación en todos los estados, en la práctica, muchas niñas, mujeres y personas gestantes enfrentan obstáculos burocráticos, estigmatización y la falta de información o acompañamiento legal.

Como resultado, miles de mujeres son obligadas a continuar con embarazos no deseados, lo que constituye una forma de violencia institucional.

Impactos psicológicos y sociales

La maternidad forzada tiene efectos devastadores en la salud mental y emocional de las víctimas.

Las niñas que se convierten en madres a una edad temprana sufren traumas derivados del abuso sexual, la estigmatización social y la responsabilidad de criar a un hijo cuando ellas mismas aún están en proceso de crecimiento.

TE PUEDE INTERESAR: ¿Qué es el aborto forzado? 

Además, la maternidad forzada afecta su autonomía económica, al forzarlas a abandonar sus estudios y limitar sus posibilidades de salir de la pobreza.

Para las mujeres adultas, la maternidad forzada también puede derivar en problemas de salud mental como depresión y ansiedad, especialmente cuando se ven atrapadas en situaciones de violencia doméstica o control por parte de familiares o parejas.

La Necesidad de Políticas Públicas

El problema de la maternidad forzada en México es una cuestión de derechos reproductivos, justicia social y género.

Es urgente que se fortalezcan las políticas públicas enfocadas en la educación sexual integral y el acceso universal a anticonceptivos, especialmente para niñas y adolescentes.

Del mismo modo, se requiere un mayor compromiso por parte de las autoridades para garantizar el acceso efectivo al aborto seguro y gratuito en todas las entidades del país.

Organizaciones de la sociedad civil, como el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), han estado trabajando incansablemente para visibilizar y erradicar la maternidad forzada, pero aún se necesita un cambio cultural y estructural para garantizar que las mujeres y niñas en México puedan ejercer su derecho a decidir sobre su cuerpo y su futuro.

CONTINÚA LEYENDO: La reivindicación de las amas de casa: reconociendo su labor

La maternidad forzada en México es una forma de violencia que afecta a las mujeres y niñas más vulnerables, negándoles su derecho fundamental a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas.

Para erradicar esta problemática, es fundamental mejorar la educación sexual, garantizar el acceso a servicios de salud reproductiva y crear un entorno legal y social que proteja a las mujeres y niñas de la violencia sexual y reproductiva.

Sin estas acciones, la maternidad forzada seguirá perpetuando un ciclo de desigualdad, violencia y pobreza en el país.

Por Keila Itzel Rodríguez Peña

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *