Cambio climático impacta desproporcionadamente a mujeres
El cambio climático es una crisis global que afecta a todas las personas, pero sus consecuencias impactan de manera desproporcionada a las mujeres, especialmente en regiones vulnerables.
Expertos en género y medio ambiente señalan que las desigualdades preexistentes, como el acceso limitado a recursos, oportunidades económicas y educación, exacerban los efectos que el cambio climático tiene sobre las mujeres, convirtiéndolas en una de las poblaciones más afectadas.
En áreas rurales, donde las mujeres a menudo son responsables del suministro de alimentos, agua y combustible para sus familias, los fenómenos climáticos extremos, como sequías, inundaciones y desertificación, dificultan el acceso a estos recursos básicos.
Este aumento en la carga de trabajo afecta la salud, la educación y las oportunidades laborales de las mujeres.
Además, en situaciones de emergencia, como desastres naturales, las mujeres y las niñas enfrentan mayores riesgos de violencia de género, desplazamiento y explotación.
En América Latina, Asia y África, las agricultoras constituyen la mayoría de la fuerza laboral agrícola, pero suelen tener un acceso limitado a la tierra y al crédito, lo que las deja en desventaja cuando los cultivos se ven afectados por el cambio climático.
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Esto no solo afecta su capacidad de sostener a sus familias, sino también de contribuir a la seguridad alimentaria de sus comunidades.
Organismos internacionales, como la ONU, han subrayado la necesidad de integrar la perspectiva de género en las políticas de adaptación y mitigación del cambio climático.
Soluciones como garantizar el acceso a recursos económicos, promover la educación y fortalecer la participación de las mujeres en la toma de decisiones ambientales son esenciales para enfrentar la crisis climática de manera equitativa y sostenible.
El cambio climático no solo es un problema ambiental, sino también social.
Abordar sus efectos desde una perspectiva de género es necesario para mitigar sus consecuencias más profundas y garantizar que las mujeres, especialmente en las comunidades más vulnerables, tengan las herramientas y oportunidades para adaptarse a los nuevos retos que impone la crisis climática.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña