Carta a Lennon
Bellas y airosas
Texto: Elvira Hernández Carballido
Juro que es verdad, solamente tenía seis años cuando mi ya espíritu de metiche y observadora, me hizo hojear las fotos de una revista de rock que mi hermano Ernesto tenía debajo de su cama. Una revista con fotos de cuatro jóvenes de Liverpool, con flequillo, guitarras, sonrisa fácil y suéter negro de cuello de tortuga. No entiendo por qué de los cuatro, me llamaste más tú la atención. Quizá porque se atisbaba tu talento y sensibilidad en esa mirada de ojos pequeños tan llenos de vida. Tal vez porque había cierto aire de pedantería ingenua que me llamaba la atención. Posiblemente fue ese perfil de bohemio romántico, de joven encantador, de cantante de moda, de héroe cotidiano. Por supuesto, de inmediato busqué si había música de ese grupo en la casa. Encontré uno esos discos de 45 revoluciones que traían una canción de un lado y una canción más de otro lado. Bailé y canté, noté que firmabas las canciones junto con el nombre de otro de tus compañeros, el de cejas bonitas y cursi de corazón.
Al iniciar la década de los 70s una noticia se repitió por la radio y por la televisión: los Beatles se separaban, pero tú seguías siendo John Lennon, el sueño había terminado. Fue en esa época cuando entré a la secundaria, y gracias a mis clases de inglés tuve un diccionario en mis manos que me permitió traducir letra por letra tus canciones, me identifiqué con ese estribillo de “pero esos amores y amigos no se comparan contigo y por eso en mi vida te amaré más”. Encontré identificación y filosofía de vida cotidiana. Coincidió que en ese tiempo mis hermanas mayores se hicieron amigas de unos chicos que tocaban en un café música de los Beatles, me llevaban a escucharlos y hasta hicieron una obra de teatro donde Gonzalo Vega te interpretó. Te quise cada vez más y más. Mi ídolo, mi hombre ideal. Mi cantante favorito. Mi compositor de cabecera.
Y había un programa de canciones que se llamaba “Dimensión cuatro”, antecedente de lo que ahora son los videoclips, y te vi cantando “Todo lo que necesitas es amor” e “Imagina”, con esos lentes inolvidables, esa apuesta por la vida, por la solidaridad, por la unidad, por un mundo mejor, como tú estaba segura que no eras el único y que me iba a unir a ti. Un tiempo guardaste silencio, lo respeté, sospechaba que eras feliz en tu mansión, con Yoko y tu hijo.
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En 1980 entré a la UNAM y en el frío mes de diciembre llegó a mis manos ese disco donde en la portada salías besándote con tu amada. Por supuesto, advertí que “Woman” se la habías compuesto a ella, pero me la dedicabas a mí, era el discurso que yo anhelaba escucharle a un hombre decírmelo al oído. Vi tu video, caminado con Yoko por Nueva York, tan hermoso como siempre, con tus lentes del Beatle intelectual, con tu perfil de hombre enamorado, con tu alma siempre sensible.
A los pocos días, la noticia en primera plana parte mi corazón: te han asesinado. En la explanada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales cantamos tus canciones y no dejamos de preguntarnos por qué. Por la tarde, mis hermanas y yo lloramos cuando ponemos tus discos. asidua escucha del show de los Beatles y memorizar tu biografía y recuperarte en cada canción.
Después conocí al que ahora es mi esposo, también era tu gran admirador, fuimos juntos a ver la película que te hace un homenaje, “Imagina”, y en el enorme cine
Por eso hoy, día de tu cumpleaños, te escribo para repetirte que eres uno de los hombres más representativos de mi vida. Estoy segura que debo celebrar que un 9 de octubre naciste y que sigues aquí, tu música sigue grabada en casetes, en discos lp, en cd y en las redes sociales de este siglo XXI.
Te sigo contemplando con la mirada de esa niña que te descubrió y con esta mirada de mujer madura que sigue admirándote. Te escucha cada vez más emocionada porque creo comprenderte mejor y que descubro nuevos secretos en tus canciones.
Lennon querido, por todo esto, hoy te digo: feliz cumpleaños
