Mujeres afromexicanas: doble lucha contra discriminación y violencia estructural
Las mujeres afromexicanas enfrentan una realidad marcada por la doble discriminación: ser mujeres y afrodescendientes.
Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2022, son el segundo grupo más discriminado en México, después de las diversidades sexuales.
Esto refleja no solo un problema social persistente, sino también la urgente necesidad de diseñar políticas públicas específicas que atiendan su contexto particular.
La falta de datos desagregados y subregistros en el Censo 2020 dificulta dimensionar las experiencias de esta población, que alcanza 2.5 millones de personas en México, de las cuales la mitad son mujeres.
En estados como Guerrero, Oaxaca y Veracruz, donde se concentra gran parte de la población afromexicana, las mujeres enfrentan siete tipos principales de violencia: desde el acceso limitado a servicios de calidad hasta la violencia obstétrica, política y económica.
Sagrario del Carmen Cruz, de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, destaca que estas violencias están profundamente ligadas al racismo estructural.
“La discriminación comienza en la familia, con el colorismo, y escala a niveles como la escuela y las instituciones, donde persiste una visión eurocéntrica de belleza y éxito”, asegura.
Pendientes legislativos y sociales
El reconocimiento legal de los pueblos afromexicanos en la Constitución, aunque simbólico, sigue siendo insuficiente. Las acciones afirmativas políticas también han sido objeto de simulaciones y usurpaciones, según Cruz.
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Esto refuerza la percepción de que el Estado cumple únicamente de manera superficial con las demandas de esta población.
Además, informes como Identidades entrelazadas, de Católicas por el Derecho a Decidir, subrayan cómo la violencia basada en género se entrecruza con factores como el racismo, la exclusión económica y la discriminación por apariencia física.
Enfoque interseccional rumbo al 25N
De cara al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (25N), es crucial visibilizar las necesidades específicas de las mujeres afromexicanas, así como de otros grupos vulnerables, como las mujeres indígenas, con discapacidad y de la diversidad sexogenérica.
El informe enfatiza la urgencia de:
- Reformar sistemas de justicia para garantizar acceso efectivo.
- Fortalecer servicios de salud mental, especialmente para mujeres afrodescendientes e indígenas.
- Implementar programas de sensibilización y capacitación en entornos laborales, educativos y médicos.
- Reconocer y representar de manera auténtica a estas mujeres en los espacios político-legislativos.
“La lucha por nuestros derechos apenas comienza”, concluye Cruz, llamando a la acción para superar las barreras estructurales que perpetúan la desigualdad y la violencia.