¿Qué es la violencia sistemática?
La violencia sistemática es un patrón organizado y recurrente de abuso que no se limita a un acto, está profundamente enraizado en estructuras sociales, políticas o culturales.
A diferencia de la violencia individual, la violencia sistemática es perpetuada por sistemas o instituciones que, a través de sus normas y prácticas, refuerzan la desigualdad y la opresión hacia determinados grupos de la sociedad.
Este tipo de violencia puede adoptar diversas formas, como la violencia de género, la violencia racial, la violencia económica o la violencia política, y se caracteriza por su capacidad para reproducirse a lo largo del tiempo, afectando a generaciones enteras.
Se ejerce de manera planificada, intencional y, en muchos casos, es invisibilizada o normalizada por las propias estructuras de poder.
Ejemplos de violencia sistemática
- Violencia de género: las mujeres son objeto de violencia física, emocional, sexual y económica debido a normas sociales que perpetúan la desigualdad entre géneros. Esta violencia se manifiesta tanto a nivel individual como estructural, a través de leyes, políticas y prácticas que discriminan a las mujeres.
- Violencia racial: las personas de ciertos grupos raciales o étnicos pueden sufrir violencia tanto directa como indirecta, desde la discriminación institucional hasta los crímenes de odio, lo que refuerza la marginalización de estos grupos en la sociedad.
- Violencia económica: el control y la manipulación de los recursos económicos por parte de estructuras de poder o individuos pueden someter a amplias capas de la población a condiciones de pobreza y explotación.
- Violencia política: los regímenes autoritarios o las políticas represivas pueden usar la violencia sistemática para controlar a la población, sofocar disidencias y mantener el orden mediante el miedo y la coerción.
El daño de la violencia sistemática va más allá del sufrimiento individual.
Su efecto se extiende a toda la sociedad, ya que crea un clima de impunidad y perpetúa las desigualdades.
CONTINÚA LEYENDO: “La culpa no era mía”: cómo la revictimización silencia
La normalización de estas formas de violencia, al ser institucionalizadas, dificulta que las víctimas reciban apoyo, justicia o reparación.
Además, las personas afectadas por esta violencia a menudo internalizan los estigmas asociados, lo que puede afectar su bienestar emocional y psicosocial.
¿Cómo combatirla?
Para erradicar la violencia sistemática es necesario un cambio estructural en las instituciones y sistemas que la perpetúan.
Esto incluye:
- Reformar leyes y políticas públicas para garantizar la equidad y el respeto a los derechos humanos de todos los individuos.
- Fomentar la educación en valores de igualdad y respeto desde temprana edad.
- Crear redes de apoyo social que ofrezcan protección, acompañamiento y acceso a justicia para las víctimas.
- Sensibilizar a la sociedad sobre los efectos devastadores de la violencia sistemática y movilizar a la ciudadanía para exigir el fin de esta violencia.
La violencia sistemática no es un problema aislado; es un reflejo de un sistema que permite y justifica el abuso de poder.
Combatirla requiere un esfuerzo colectivo que involucre tanto a las autoridades como a la sociedad en su conjunto.