“La belleza que duele”: el costo físico y emocional de los estándares estéticos
La búsqueda de la belleza ha sido una constante en todas las épocas, los estándares estéticos impuestos, los medios y las redes sociales han llevado a millones de mujeres a someterse a procedimientos dolorosos y riesgosos en nombre de la perfección física.
Desde cirugías plásticas hasta tratamientos invasivos, muchas mujeres se enfrentan a una paradoja: alcanzar la idea de “belleza” requiere atravesar dolor físico, sacrificios económicos y, en ocasiones, riesgos para la salud.
Pero ¿Qué hay detrás de esta tendencia?
Los procedimientos más populares (y dolorosos)
Entre los tratamientos más demandados se encuentran:
- Cirugías estéticas: Rinoplastías, liposucciones y aumentos de senos o glúteos son algunas de las intervenciones quirúrgicas más comunes. Estas implican largos periodos de recuperación y, en ocasiones, complicaciones médicas.
- Tratamientos dermatológicos: Desde láseres para eliminar manchas o vello, hasta microagujas que prometen rejuvenecer la piel, estos procedimientos pueden causar dolor y molestias significativas.
- Alteraciones corporales extremas: Procedimientos como el corset training (uso de corsés para reducir la cintura) o las inyecciones de biopolímeros, frecuentemente realizados en entornos no regulados, han causado lesiones graves y hasta muertes.
La presión de la perfección
Un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Pública de México reveló que más del 70% de las mujeres jóvenes sienten presión por cumplir con estándares de belleza poco realistas.
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Redes sociales como Instagram y TikTok amplifican esta presión al mostrar imágenes cuidadosamente editadas de mujeres “perfectas”, lo que lleva a la normalización de las intervenciones estéticas.
“La belleza duele, pero es necesaria”, es una frase que muchas mujeres escuchan desde pequeñas.
Este condicionamiento sociocultural, reforzado por industrias multimillonarias como la de la moda, cosmética y cirugía plástica, perpetúa la creencia de que el valor de una mujer está intrínsecamente ligado a su apariencia física.
Más allá del dolor físico, los procedimientos estéticos pueden dejar cicatrices emocionales profundas.
La búsqueda constante de aprobación externa genera ansiedad, trastornos de la imagen corporal y, en casos extremos, depresión.
¿Cuándo se detiene el ciclo?
El debate sobre la “belleza que duele” abre la pregunta sobre la responsabilidad colectiva. ¿Qué papel tienen los medios en promover estándares realistas? ¿Cómo puede la sociedad alentar a las mujeres a valorar su salud por encima de las expectativas estéticas?
El movimiento por la aceptación corporal ha ganado fuerza en los últimos años, promoviendo mensajes como “Ama tu cuerpo” y “La belleza no es dolor”.
Sin embargo, la lucha contra los estándares tradicionales aún está lejos de concluir.
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“La belleza no debería doler, no debería costarnos nuestra salud ni nuestra felicidad”, señala Laura Martínez, especialista en psicología social. “Es hora de que revaluemos qué significa realmente ser bella y por qué estamos dispuestas a pagar tanto, física y emocionalmente, por ello”.
El desafío de romper con este paradigma continúa, y con ello, la oportunidad de redefinir la belleza como una expresión de salud, autenticidad y empoderamiento, más allá del dolor.
Por Keila Itzel Rodríguez Peña.