El matrimonio no es pertenencia: el consentimiento como eje central en la relación
El matrimonio continúa siendo una institución cargada de mitos que perpetúan roles de control y desigualdad.
Uno de los más dañinos es la idea de pertenencia: creer que el vínculo matrimonial otorga derechos absolutos sobre la pareja.
Esta concepción no sólo es errónea, sino peligrosa, socava el principio fundamental del consentimiento en las relaciones humanas.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 26% de las mujeres casadas en México reportaron haber experimentado algún tipo de violencia emocional, física o sexual por parte de su pareja en 2022.
Estos datos reflejan una realidad inquietante: muchas relaciones maritales todavía se fundamentan en dinámicas de poder y control, en lugar de respeto y acuerdos mutuos.
El consentimiento, un pilar básico
El consentimiento no es un concepto exclusivo del noviazgo o las interacciones casuales, es un derecho humano esencial que debe mantenerse en todas las etapas de una relación.
En el contexto matrimonial, implica acuerdos mutuos en las decisiones, como la economía familiar o la crianza de los hijos, pero también en la esfera íntima.
Sin embargo, culturas y tradiciones que promueven la subordinación de uno de los miembros de la pareja—generalmente la mujer—siguen minando este principio.
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Esto se traduce, entre otras cosas, en prácticas como la negación del derecho a decidir sobre el propio cuerpo o la obligación tácita de cumplir roles predefinidos.
Hacia una nueva narrativa del matrimonio
Especialistas en derechos humanos y psicología enfatizan la importancia de replantear el concepto del matrimonio desde una perspectiva de igualdad.
Esto incluye educar a las nuevas generaciones sobre la importancia del consentimiento y los límites en todas las relaciones, incluso dentro del matrimonio.
El camino hacia una narrativa más equitativa del matrimonio no es sencillo.
Requiere de esfuerzos conjuntos entre las instituciones, las familias y los propios individuos para deconstruir ideas tradicionales que perpetúan relaciones desiguales.
El reconocimiento del consentimiento como un pilar del matrimonio es un tema de derechos humanos, una herramienta crucial para combatir problemáticas como la violencia de género.
La idea de que el amor y el respeto deben ser negociados, validados y consensuados diariamente puede parecer un desafío, pero es una necesidad ineludible en la búsqueda de relaciones justas y libres de violencia.
El matrimonio debe dejar de ser visto como un contrato de pertenencia y asumirse como lo que realmente es: un compromiso basado en el mutuo acuerdo y la construcción de un futuro compartido, donde ambas partes puedan ser libres.