Orgasmo como revolución: el papel del placer en la lucha feminista

Ellas DicenSexualidad

La liberación sexual ha sido un pilar fundamental en la lucha feminista, especialmente durante las décadas de 1960 y 1970.

Este movimiento buscó desvincular la sexualidad femenina de la mera reproducción y reivindicar el derecho de las mujeres al placer y al control sobre sus propios cuerpos.​

Un hito significativo en este proceso fue la aprobación de la píldora anticonceptiva por la U.S. Food and Drug Administration en 1961.

Este avance permitió a las mujeres asumir el control sobre su fertilidad, separando la sexualidad de la función reproductiva y resaltando el placer y el erotismo del sexo en sí mismo.

Este cambio facilitó que muchas mujeres experimentaran una sexualidad más libre, desafiando los valores conservadores prevalecientes.

¿Necesito a un hombre para tener orgasmos?

La respuesta es sencilla: no, pero derribar esta idea ha costado demasiado, aún hoy podemos encontrar quienes están en desacuerdo.

En 1976, la sexóloga y feminista Shere Hite publicó el “Informe Hite sobre la Sexualidad Femenina”, basado en entrevistas a unas 3,000 mujeres en Estados Unidos.

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Este estudio reveló que sólo el 30% de las mujeres habían experimentado un orgasmo a través del sexo con penetración, desafiando la noción de que las mujeres necesitaban a un hombre para alcanzar el orgasmo.

Hite enfatizó la importancia de la estimulación del clítoris y ayudó a reconocer las características propias de la sexualidad femenina, cuestionando las percepciones tradicionales de la época. ​

Mexicanas por el placer sexual

En México, la década de 1970 fue testigo del surgimiento de diversos grupos feministas que abordaron temas relacionados con la sexualidad y el cuerpo.

Organizaciones como Mujeres en Acción Solidaria (MAS) en 1971 y el Movimiento Nacional de Mujeres (MNM) en 1973, trabajaron en pro de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

En 1976, se fundó la revista FEM, que se convirtió en un espacio clave para discutir temas como el aborto, la igualdad política y la homosexualidad.

Pese a los esfuerzos por normalizar y educar sobre el placer sexual, quitándole connotaciones negativas, aún hay mucho por hacer.

¿Sexo = patriarcado?

La llamada “revolución sexual” de los años sesenta también enfrentó críticas desde el feminismo.

Autoras como Kate Millett y Sulamith Firestone señalaron que, aunque se promovía una mayor libertad sexual, esta a menudo se enmarcaba dentro de estructuras patriarcales que perpetuaban la cosificación y mercantilización de los cuerpos femeninos.

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Estas críticas resaltaron la necesidad de una liberación sexual que verdaderamente empoderara a las mujeres, en lugar de reforzar dinámicas de poder existentes.

Aquí debo abrir un paréntesis, dentro del feminismo siempre habrá contrapuntos sobre lo que es o no es aceptable, por lo que sentencias como “verdaderamente” me escuecen, si bien para muchas la liberación sexual supone un avance, para otras es una forma diferente de someterse, por lo que debe entenderse cada uno desde una perspectiva diferente con la que puedes o no estar de acuerdo, es lo que tiene ser un individuo.

Lo que no puede negarse es que la liberación sexual ha sido una herramienta esencial en el empoderamiento, permitiendo a las mujeres reclamar autonomía sobre sus cuerpos y su placer.

Por que sí, la liberación sexual no se trata de tener relaciones sexuales con cada persona que nos pase por enfrente, es tomar el control sobre decidir tener sexo o no, sobre consentir el momento, el lugar: sobre todo, la autocracia.

No obstante, este proceso ha estado lleno de matices y desafíos, evidenciando la importancia de una reflexión continua sobre cómo se conceptualiza y practica la sexualidad en el contexto de la lucha por la igualdad de género.

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