Italia | “¿Incapacidad y no crueldad?”: sentencia que causa indignación en el caso de Giulia Cecchettin

Ellas Dicen

Italia vuelve a estremecerse, no sólo por el brutal asesinato de Giulia Cecchettin, sino por la reciente justificación que los jueces del Tribunal de Primera Instancia de Venecia han ofrecido respecto a la sentencia contra Filippo Turetta, su feminicida confeso.

Turetta, de 22 años, fue condenado en diciembre de 2024 a cadena perpetua por asesinar a Giulia con 75 puñaladas.

El feminicidio ocurrió en 2023, Turetta había huido a Alemania, donde fue detenido.

Sin embargo, el escándalo no ha terminado ahí. Los jueces han declarado que esas decenas de puñaladas “no fueron sinónimo de crueldad, sino de incapacidad”, una afirmación que ha provocado una oleada de indignación y desconcierto entre activistas, juristas y ciudadanos en general.

“La dinámica del asesinato no permite deducir con certeza que Turetta quisiera infligir un sufrimiento gratuito y adicional”, sentenció el tribunal, minimizando así el grado de brutalidad con el que fue ejecutado el crimen.

Las declaraciones contrastan con el resto de la sentencia, que sí señala que el joven actuó por “motivos viles y despreciables” y con la clara intención de controlar a una mujer que ya había decidido seguir su vida sin él.

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Giulia, estudiante de Ingeniería Biomédica, fue acosada durante meses por su expareja, quien se negó a aceptar su libertad.

La joven fue vista por última vez el 11 de noviembre de 2023, el mismo día que debía preparar su fiesta de graduación. Fue secuestrada y asesinada en Fossò, en la provincia de Venecia. El cuerpo apareció días después, y Turetta fue detenido en Alemania, tras encender los faros de su auto en una zona vigilada. Desde entonces, se encuentra preso.

Pese a la condena a perpetua, los jueces decidieron no aplicar el agravante de crueldad, un componente que podría haber sellado de forma aún más firme la gravedad simbólica del crimen.

Alegaron que las 75 puñaladas no demostraban un deseo de torturar, sino una supuesta falta de experiencia en matar. Un razonamiento que, para muchas voces, rompe con el sentido común y la ética judicial.

El caso Cecchettin se ha convertido en un símbolo del feminicidio y del control coercitivo en relaciones de pareja, y esta última declaración judicial parece dar marcha atrás a lo que el juicio había representado para la opinión pública: un mensaje firme contra la violencia machista.

Mientras tanto, organizaciones feministas y defensores de derechos humanos en Italia y Europa alzan la voz: “¿Qué más se necesita para que se reconozca la crueldad?” preguntan. En redes sociales el descontento ante las declaraciones se manifiesta con 75 sonidos en videos por las puñaladas que le arrebataron la vida a Cecchettin.

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La respuesta, para muchos, no puede ni debe depender de la interpretación técnica de una herida, sino de la verdad que grita detrás de cada puñalada: el deseo de someter, castigar y silenciar a una mujer por decidir sobre su vida.

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